[La Armadura de Dios] El escudo de la fe, atajando los dardos del enemigo

¿Por qué San Pablo consideraba que la fe es como un escudo que nos protege en la batalla espiritual? En la armadura romana, el escudo servía fundamentalmente para atajar las flechas encendidas con fuego que enviaban los arqueros del ejército enemigo casi siempre de manera masiva. Por ello, San Pablo menciona que este escudo nos servirá para “apagar los encendidos dardos del maligno” (Efesios 6, 16).

¿Con qué podemos equiparar hoy en día esos dardos encendidos del mal? Evidentemente con toda acción del maligno, pero especialmente con aquello que viene de la brujería, el ocultismo y de todos los derivados de ambos, que hoy atacan como un verdadero “aluvión” incontenible, aunque mostrándose con cada vez más sofisticación y disimulo. Aunque algunos teólogos ponen en duda la existencia del maligno (el mal personificado) ubicándose con ello, contra el Magisterio de la Iglesia, lo cierto es que el propio Vaticano está reactivando la actividad pastoral exorcista en todo el mundo.

Hoy vemos a “brujas” con nombre y apellido en televisión, dirigiendo programas de mucha sintonía e incluso ejerciendo “asesoría espiritual” desde el teléfono o las redes sociales; hoy vemos el juego de la ouija (espiritismo) promovido y jugado masivamente desde internet; hoy vemos adoración y alabanza explícita al maligno a través de canciones, videoclips y conciertos en vivo; hoy vemos un cine de terror llamado “gore” donde se muestra violencia gráfica extrema y donde siempre el mal sale triunfante; hoy existe la “Deep web” en internet, que constituye un “sub-universo” de contenidos delictivos, depravados y perversos que la red no acepta oficialmente pero “tolera” en esta especie de “infierno virtual”. Podríamos seguir con un listado más amplio y darnos cuenta que se trata de un ataque “masivo” sin contar con las “flechas clásicas” de las tentaciones, posesiones, daños y demás rituales malignos. ¿Cómo enfrentar todo esto?

Ingenuamente, algunos quieren combatir ello con más brujería. Consultan a chamanes o brujos supuestamente del “bien” que incluso invocan a Jesús y rezan en latín. Ello sería tratar de apagar fuego griego con agua. San Pablo nos aclara que nuestro escudo para apagar estos dardos encendidos del maligno es la fe. Si vemos que nosotros o nuestros seres queridos se ven amenazados por estos “dardos” encendidos, debemos acudir con fe, a las armas que nuestra Iglesia nos provee. Nada más devastador para cualquier acción del maligno en nuestra contra, que una buena CONFESIÓN, y luego acudir diario a la EUCARISTÍA. Nada resulta más aterrador para el maligno que la presencia de la Santísima Virgen María a través del rezo del ROSARIO. Nada más eficaz ante cualesquier presencia extraña o turbadora en una casa que la BENDICIÓN de un sacerdote y/o el esparcir AGUA BENDITA en todos sus rincones. Nada más poderoso ante una noche de sonidos extraños o sueños perturbadores que una buena ORACIÓN o una lectura de la PALABRA DE DIOS. El Papa Francisco al ser consultado por la existencia del diablo, respondió: “Si existe, pero Dios es infinitamente más poderoso”. Con esta FE y convicción es que debemos enfrentar estos dardos encendidos del maligno.