La misericordia en tiempos de cuarentena
Desde mucho antes de la crisis actual, vivimos en una cultura del descarte. Se trata de una cultura que “afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura” (Laudato Si 22). No alcanzaría este post para enumerar la cantidad de productos desechables que existen en nuestra vida. Se fabrican artefactos con una obsolescencia calculada para comprar uno nuevo en un breve tiempo. Los medios de comunicación y las redes sociales nos adoctrinan para desechar todo lo que no nos “sirve”, desde cubiertos, platos y pañales hasta ancianos, enfermos terminales y bebes por nacer.
Todo el tiempo surgen nuevas formas de descarte humano, como cuando se seleccionan embriones en la fertilización in vitro, congelando los que no se consideran aptos. La tragedia de los inmigrantes ilegales que son descartados y expulsados por algún gobierno, aún durante esta crisis mundial. La ambición de ciertas empresas mineras que ha hecho que pueblos enteros sufran envenenamiento desde mucho antes del confinamiento global, como si pueblos enteros pudieran considerarse descartables ante sus planes de expansión.
La misericordia como cultura
Celebrando hoy la Fiesta de la Misericordia, unámonos al Papa Francisco que nos propone practicar la misericordia y volverla una cultura alternativa para nuestro tiempo. La misericordia es salvar aquello que se considera perdido (Lucas 19, 10). Significa volver a la vida aquello que se considera muerto (Lucas 15, 24). Es acercarse con amor a aquellos que son rechazados por la sociedad, como Jesús hizo con los leprosos de su tiempo. Es salvar a quienes el mundo considera no recuperables, como los endemoniados de su época (Lucas 8, 2; Marcos 5, 1 – 13). Es salvar no en base a méritos acumulados, sino abrazando el primer gesto de arrepentimiento como sucedió con el buen ladrón. Una cultura de la misericordia es todo lo contrario al consumismo actual, por lo cual es signo de contradicción (Lucas 2, 34)
La cultura de la misericordia sería mucho más que una cultura de reciclaje. En el reciclaje se procesa industrialmente materiales usados para reutilizarse, aunque el resultado sea un producto de menor calidad. La misericordia en cambio, no recicla sino que renueva por completo. Solo la misericordia de Dios hace nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21, 5). No es un reciclaje sino un verdadero renacimiento en el amor (Juan 3,5).
¿Te gusta nuestra música y nuestro contenido? ¡Apoya nuestra misión!
El desafío de amor que tenemos por delante
Cuanto atravesaron a Jesús, brotó sangre y agua de su costado. (Juan 19, 34) Abramos nuestro corazón y nuestra mente a este misterio divino para que su sangre nos purifique y su agua nos convierta en manantiales humanos de amor y misericordia hoy en día (Juan 7, 38). Desafiemos a la cultura del descarte y a la sociedad de consumo mediante una contracultura de la misericordia. Que junto a las devociones, oraciones y tradiciones que hagamos buscando nuestra salvación, practiquemos también acciones concretas de misericordia para la salvación de todos, asumiéndolo como un estilo de vida. Que este tiempo de cuarentena y el tiempo difícil que se nos viene después sirva para crear, afirmar y practicar esta cultura de la misericordia.