En los países donde avanzan el aborto, la eutanasia y la ideología de género, LA FE SE VA MURIENDO poco a poco y los valores cristianos se dejan de practicar masivamente. Esto no es ni pesimismo ni exageración, sino simplemente un dato estadístico. Un hecho objetivo y comprobable con la sola observación de lo que ya ha pasado en Europa y EEUU.
Ahora bien, en el Perú para la minoría creciente de ateos y agnósticos esto no es motivo de preocupación sino de CELEBRACION. Por lo tanto este comentario no está dirigido a Uds. con todo respeto a vuestra postura. Igualmente tampoco me dirijo a la minoría también creciente de cristianos (no solo católicos) que están firmes en su fe. Me dirijo a esa inmensa cantidad de peruanos y peruanas distraídos, indiferentes, entretenidos y confundidos ante esta situación. Especialmente a los miles y miles de “zanahorias” bautizados y confirmados, compañeros de muchas batallas por la fe, con el corazón abierto y desde el amor.
Voy reconociendo rostros y apellidos en las redes sociales. Algunos vibraron con San Juan Pablo II en su visita al Perú de 1985 o cantaron con Martín Valverde en el Jubileo del 2000, llenando la (Univ.) Católica y la Plaza Mayor. Gente buena, tocada por Dios en Misas, vigilias, jornadas, encuentros, retiros, fogatas, ceremonias de la luz o adoraciones eucarísticas. La mayoría pasaron por la “confirma” y muchos se hicieron agentes pastorales hasta hoy. Rechazaron terrorismos y dictaduras con fidelidad a la doctrina social de la Iglesia. Sin embargo ahora, ondean las banderas del matrimonio “igualitario”, aceptan y promueven el aborto en ciertos casos, dudan de la veracidad de la Palabra de Dios y de la santidad e inspiración divina de sus escritores y se manifiestan en abierto conflicto con el Magisterio de la Iglesia. ¿Qué paso queridos hermanos y hermanas?, ¿Entienden lo grave que es faltar a un juramento sagrado como el Sacramento de la Confirmación?, ¡Nuestro querido PERU está siendo DESCRISTIANIZADO aceleradamente!. ¿Esto no les preocupa?. ¿Ya no importa todo lo bueno que vivieron y recibieron de parte de Dios y de la gente buena que conocieron en la Iglesia?
Creo que estamos viviendo un momento crucial para la fe de nuestro pueblo. Es como si cada creyente estuvieran ante la prueba que pasó San Pedro la noche del jueves santo, cuando seguía “de lejos” a Jesús en plena pasión y alguien gritó: “Tú también eres uno de ellos” (Lc. 22, 57). Hoy el cuerpo místico de Jesús (La Iglesia) no solo está sometido a juicio, sino está siendo crucificado otra vez (asesinado en oriente y perseguido hasta la cárcel en occidente). Muchos siguen al cuerpo místico solo “de lejos” y cuando los reconocen como cristianos responden: “No sé de qué hablas” (Lc. 22, 60), ¡la Palabra de Dios no tiene autoridad en la vida de la gente!, etc. etc. Y el pobre gallo seguirá cantando (Lc. 22, 60) y muchos seguirán negándole. No crean que estoy por encima de esta prueba. Si por mis pecados fuera, el pobre gallo ya estaría afónico de tanto cantar. Mi punto es: ¿se puede cambiar de “camiseta” con tal facilidad?, ¿un encuentro personal con Jesús puede resultar solo una fantasía fácilmente olvidable?
Les imploro con amor y respeto una reflexión profunda antes de seguir por el camino que han escogido. Pedro, quien negó tres veces a Jesús y lloró amargamente por ello (Lc. 22, 62) fue perdonado por Jesús (Jn 21, 15 – 17) y permaneció fiel hasta la muerte. Inspirémonos en sus propias palabras, cuando nos dice a los creyentes: “Más le hubiera valido no conocer el camino de la justicia que, después de haberlo conocido, apartarse del santo mandamiento que le fue transmitido” (2 Pedro 2, 21).