En 1991, hice una canción titulada “Danza a mi país” en cuya primera estrofa dice: “Vivo en un país maravilloso…y por nada cambio este lugar”. En ese entonces, nuestro país vivía la peor crisis económica del siglo pasado, una situación de violencia generada por la demencia terrorista y una crisis social sin precedentes, pero había “en abundancia” lo más importante: UNA FE mayoritaria inquebrantable en el Dios de la vida, que le permitió seguir adelante, sin perder la alegría y la creatividad.
Hoy en día se levantan “voces” que propugnan una serie de “transformaciones” de nuestra “mentalidad” que son (según algunos) “indispensables” e “inevitables”, debido a que los países “cultos” y “desarrollados” los han asumido desde hace tiempo y debemos seguir su ejemplo. Nuestra fe, nuestras costumbres y nuestros valores son mostrados como cosas “retrógradas” que deben “modernizarse” de manera urgente. Pero, ¿es cierto que los países desarrollados están alcanzando niveles de madurez y felicidad superiores a los nuestros y dignos de imitar?
Respecto a la madurez, hace pocos días estuvo a punto de realizarse en la prestigiosa Universidad de Harvard en los EEUU una misa satánica. Las autoridades de la universidad defendían la realización de este “ritual” en su recinto, ya que era una muestra de “pluralidad” y “tolerancia” a todo tipo de pensamiento. Si no fuera por la masiva oposición de la opinión pública, este acto se hubiera realizado (algunos dirían que el mundo “AUN” no está “listo” para este tipo de “pluralidad”). En simultáneo la FIFA ha advertido a todas las selecciones participantes del próximo mundial de futbol que se castigará a los jugadores que celebren un gol con signos o saludos religiosos, por considerarlos potencialmente “ofensivos” para el público no creyente. El mundo “adelantado” está llegando a niveles de confusión donde lo “satánico” se promueve y lo “religioso” se castiga. Honestamente no quisiera que mi país caiga en semejante corriente de confusión.
Respecto a la felicidad, un reciente estudio estadístico demuestra que la mayor tasa de suicidios se da en los países de la antigua Europa oriental, luego siguen los de Europa occidental y los EEUU, no obstante la prosperidad económica que ellos ostentan. Finalmente aparecen nuestros países latinoamericanos. El propio estudio se pregunta ¿Por qué los latinoamericanos se suicidan menos que los europeos? Una de las respuestas que los investigadores proponen es que la gente que profesa una FE, está más preparada para enfrentar situaciones de crisis (existencial, social o económica). Por ello el Papa Francisco nos pide no menospreciar la fe sencilla de nuestros pueblos, que quizás no tenga una gran profundidad teológica o una perfecta coherencia testimonial pero no por ello, deja de tener valor e importancia. (Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium 124).
No es cierto que los países “open mind” sean verdaderos “paraísos” mientras los nuestros son casi de la “edad de piedra” por culpa de la religión. Por el contrario, tenemos en nuestra fe un verdadero patrimonio que debemos valorar y proteger con el mismo fervor que protegemos nuestro territorio y nuestro patrimonio cultural.