¿Cantando y evangelizando? ¿Todavía sigues en eso?

Un día común y corriente ingreso a un Banco para hacer trámites. En la oficina principal reconozco (apenas) una cara conocida. El líder de la pastoral juvenil de una parroquia en los años ochenta, me lo encuentro ahora detrás de un escritorio, con varios kilos de más y mucho cabello de menos. “Disfrazado” de terno y corbata, tiene la deferencia de salir a saludarme y nos pusimos a charlar un rato. Me contó que en los últimos años le había ido muy bien en el trabajo, hasta llegar incluso a ser gerente de dicha agencia bancaria, pero el trabajo era tan absorbente, que su matrimonio (con la novia que le conocí en los ochenta) estaba en puntos suspensivos. Luego él me pregunta: ¿y que ha sido de tu vida?. Yo le respondí: “pues yo sigo cantando y evangelizando”. Con un gesto de incredulidad y un tono irónico, me preguntó: ¿Qué todavía sigues en eso?. Luego la expresión de su rostro cambió de repente y me pareció vislumbrar una mezcla de nostalgia y frustración al decirme: “yo hace años que no voy ni a Misa”.

¿Quién nos convenció de que el servicio pastoral era solo una “etapa” de nuestra vida?. ¿Quién estableció que al llegar a los 30 años, había que dejar todo vínculo eclesial y cada quien debía dedicarse a “sus” cosas?. ¿En qué parte del Evangelio Jesús le dijo a sus discípulos: “Ven, sígueme…hasta que consigas un mejor trabajo o hasta que te cases nada más”. El llamado discipular de Jesús fue un “ven, sígueme” para siempre. Así fue con Pedro y Andrés (Mateo 4, 19), con Santiago y Juan (Marcos 1, 19), con Mateo (Mateo 9, 9) y se lo reafirmó al joven rico (Mateo 19, 21). La Iglesia no es un club, donde la gente entra y sale. La salvación no consiste en seguir una ideología. La Iglesia es nuestro hogar y la salvación consiste en seguir un “camino” que Jesús nos dejó abierto. Y aunque este camino es “estrecho” (Mateo 7, 14) no tiene fin, ya que nos lleva a la eternidad. Hay que “caminarlo” a tiempo completo y sin plazos establecidos.

Es frecuente escuchar en las parroquias o movimientos eclesiales la equivocada premisa de que es un “deber” retirarse del servicio pastoral porque “hay que dejar paso a los que vienen detrás”. Incluso se ve como un gesto de “generosidad” el hecho de retirarse para que otros hagan el trabajo que uno venía haciendo (retiros, jornadas, encuentros, catequesis, ayuda social, etc.). Al respecto hay que recordar la parábola de los talentos (Mateo 25, 14 – 30). Los servidores reciben sus talentos de “manera personal”, los multiplican de “manera personal” y asumen su responsabilidad por ellos de “manera personal”. Los que “vienen detrás” multiplicarán sus propios talentos y darán respuesta a su propio llamado, pero no “cubrirán” lo que nosotros dejamos de hacer. En pocas palabras, las “almas” que se dejen de “pescar” por culpa de nuestro “retiro”, quedan allí pendientes como una “cuenta por pagar” en nuestro libro de la vida. No en vano, San Pablo se preocupaba por “llevar la Buena noticia a regiones más alejadas todavía, sin entrar en campo ajeno y gloriarnos del trabajo de otros” (2 Corintios 11, 4). Puede sonar duro, pero: ¿Cómo anda tu “cuenta por pagar” a estas alturas?. Sería bueno pensar en ello.