En relación con el atentado terrorista contra la Revista Charlie Hebdo, debo comenzar diciendo que a diferencia de algunos sectores islámicos radicales, los cristianos rechazamos todo tipo de violencia, no obstante que algunas de las caricaturas de dicha revista ofenden gravemente nuestra fe, como el caso del dibujo del Padre, Hijo y Espíritu Santo en acto de sodomía. Estamos claros que no hay justificación válida para la violencia y la barbarie. Incluso con estos actos violentos se corre el riesgo de poner “de moda” este “humor sacrílego”, no solo contra el Islam sino contra toda religión, generándose (Dios no quiera) una espiral de violencia mucho mayor. Oremos para que ello no suceda.
Por otro lado, dentro de la legalidad, ¿Cómo reaccionar frente a este tipo de “humor”?. Un caricaturista peruano decía en una entrevista en Canal N que las religiones, frente a este tipo de publicaciones deberían tener “tolerancia” y en todo caso “reírse” de las mismas. Una tolerancia que se nos exige a los cristianos, pero no es observada por otros colectivos de nuestra sociedad.
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Recientemente la actriz Kaley Cuoco (The Big Bang Theory) en una entrevista declaró que no era feminista y que le gustaba atender a su esposo en la cocina cuando su trabajo se lo permitía. Esta simple afirmación originó la reacción del colectivo feminista en las redes sociales a tal punto que ella tuvo que pedir “disculpas” al día siguiente. Aquí en Perú, el doctor Fernando Maestre afirmó en su programa “Era Tabú” de RPP, que se hace mal en llamar homosexual a un menor de edad que aún no ha completado el desarrollo de su personalidad. La reacción del colectivo LGBT fue furibunda en las redes y en los medios de comunicación. Si estos colectivos, demográficamente menores al cristianismo en el mundo son capaces de hacerse oír ante afirmaciones que ni siquiera llegan a ser burlas ni ofensas, ¿cuál es la razón por la que nosotros a veces no logramos lo mismo?
Hay tres características que debería tener una reacción eficaz para estos casos. Debería ser inmediata, unánime y masiva. A veces en la Iglesia hemos observado estos tres requisitos, como en el caso de los fotomontajes de Benetton que mostraban al Papa besándose en la boca con un líder religioso islámico, o cuando se pretendió hacer una Misa Satánica en la Universidad de Harvard. Sin embargo, no siempre se reacciona con suficiente inmediatez y la indiferencia de muchos creyentes ante las ofensas y burlas contra su propia fe resulta inconcebible. Pero lo que más preocupa son las voces inexplicablemente disonantes que hay en la propia Iglesia, ante estos temas, como la publicación de las mencionadas fotos de Charlie Hebdo por parte de una revista Jesuita en Francia.
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En Perú y América Latina, donde la mayoría cristiana es aún abrumadora, debemos hacer oír nuestra voz con respeto y prudencia, pero con total convicción. Que los medios de comunicación, humoristas, periodistas y artistas en general sepan que existe una inmensa masa de cristianos que los siguen, los leen y los sintonizan, consumiendo sus productos de manera pacífica y generosa, dándoles trabajo y bienestar; y que por lo tanto no merecen ofensas y burlas que hieran sus convicciones y valores.