Ir a la batalla sin la espada del Espíritu es derrota segura

En el fragor de los debates que se están suscitando en los medios de comunicación peruanos respecto al aborto o al proyecto de Ley sobre la Unión Civil entre personas del mismo sexo, voy notando como “común denominador” la “cuasi-prohibición” de usar argumentos religiosos en los debates. La discusión solo puede girar en torno a la ley, la estadística, la sociología, la psicología o cualesquier ciencia pertinente. Incluso los propios defensores de la vida y de la familia parecen haber transigido a este “requisito”. Un vocero de sitio de Facebook “Parejas Reales” en un canal de señal abierta dijo que su condición de católico no era relevante en el debate. El hombre hacía “acrobacias” para defender nuestra posición con solo argumentos legales y científicos, ante dos entrevistadores abiertamente adversos que casi lo “acusaban” de ser católico. Hasta en los coloquios familiares, universitarios, o entre amigos, cuando se tocan estos temas polémicos se nos “exige” lo mismo. Tomando en cuenta que en el futuro esta situación se va a repetir con frecuencia, ¿cuál debe ser nuestra actitud?

Comprendo perfectamente la situación de nuestros voceros en favor de la vida y de la familia. Si no cumplen con este “requisito” que seguramente la producción de cada programa les impone, quizás no podríamos ni participar en estos debates. Por otro lado, la Iglesia solo tiene dos radios en AM y dos televisoras en UHF, lo cual resulta muy limitado, en una ciudad como Lima, que ya tiene casi 9 millones de habitantes, para difundir nuestros argumentos y opiniones. Es digno de elogio la iniciativa “Parejas Reales” y otros sitios en Facebook de similar naturaleza. Pero, ¿quién impuso estas reglas?, ¿no hay detrás de esto un “éxito” escondido del laicismo y de la ideología de género? ¿no estamos siendo “excesivamente” prudentes al no exponer nuestros argumentos religiosos, en un país que, duela a quien le duela, sigue siendo mayoritariamente creyente? ¿No le interesa al pueblo peruano, devoto del Señor de los Milagros, la Virgen de Chapi, Santa Rosa de Lima, etc., que el Estado Peruano asuma modificaciones legales abiertamente contrarias a su fe, a la Palabra de Dios y a sus tradiciones que tanto aprecia y valora? ¿O de lo que se trata es que el pueblo no descubra que hay incompatibilidad entre estas modificaciones legales y su fe?

San Pablo nos pide librar la batalla de la fe con la armadura de Dios: “casco de la salvación, cinturón de la verdad, escudo de la fe, coraza de la justicia, calzado por el celo del Evangelio y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios” (Efesios 6, 13 – 17). En dicha armadura, la única arma de “ataque”, es la Palabra de Dios. Y es que la Palabra de Dios es la “espada de doble filo que penetra hasta la raíz del alma y del espíritu” (Hebreos 4, 12-13). Si renunciamos a utilizarla, estamos yendo a una derrota segura. En realidad, hay suficientes argumentos científicos para defender nuestra posición en cualquier foro, pero ello no debe llevarnos a ocultar nuestra condición de creyentes, o dejar de apelar (aunque sea en el último segundo de nuestra intervención) a la Palabra de Dios y a la fe de nuestro pueblo, que es una plataforma YA GANADA. En Europa, la Iglesia y los defensores de la vida perdieron esta batalla años atrás y esta “nueva visión” del ser humano y de la familia ya están instauradas desde hace tiempo. ¿No habrá sido por caer en este juego laicista y dejar de apelar a nuestra arma más contundente?