La noticia es ya muy conocida. Sor Cristina (religiosa italiana que ganara el reality The Voice en Italia) grabó como primer sencillo de su futura producción el tema “Like a virgin” que popularizara la cantante Maddona en la década de los ochenta. Lo primero que hice fue ver el videoclip (que en Youtube a la fecha ya tiene casi 3 millones de visitas). Los arreglos musicales son impecables, la interpretación de Sor Cristina también y los parajes de Venecia que se muestran en el video son hermosos. El tema está cantado en inglés, sin ningún cambio en su texto original. Aquello que en la voz de Maddona sonaba a ironía en los ochentas, Sor Cristina la ha convertido en una verdadera “plegaria” en su voz. Ella misma explica que se arriesgó a hacerlo para graficar al mundo contemporáneo la capacidad que tiene Dios de “hacer nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21, 5).
Admito que el tema da para la polémica. ¿Por qué tal canción?, ¿Por qué tal cantante?, ¿Por qué no escogió música original? ¿Por qué “arriesgarse” a hacer un cover de una cantante tan polémica? Sin embargo, no puedo dejar de admirar la osadía de la Hermana de asumir “riesgos” contra toda opinión. ¿Y es que evangelizar no implica necesariamente asumir riesgos? ¿Se puede evangelizar desde la comodidad, sin poner las manos al fuego ni ensuciarse los zapatos, sin nunca quedar mal con nadie y sin recibir críticas de ningún tipo?
Es conocido el episodio de Jesús, sanando a un paralitico de su pecado y de su enfermedad (Marcos 2, 1–12). Sin embargo el encuentro de Jesús con el paralitico no hubiera sido posible sin la intervención de cuatro hombres que, al ver la casa de Pedro llena de gente por la presencia de Jesús, abrieron un hueco en el techo de la casa y descolgaron al paralítico amarrado a su camilla (Marcos 2, 4). Esta maniobra de romper el techo justo a la altura en que se encontraba Jesús, debió haber generado “escándalo” en la gente que estaba escuchando al maestro. Al caer las primeras tejas al interior de la casa (la ley de la gravedad lo sugiere así), muchos debieron ensuciarse con la polvareda. Ello fue una “falta de respeto” hacia Pedro (dueño de casa) y hacia el propio Jesús que seguramente también fue víctima del polvo. Quizás recibieron “insultos” y “amenazas” en el alboroto y tal vez hasta la suegra de Pedro (Mateo 8, 14–15) los esperaba “escoba en mano” tan pronto bajaran del techo. Ellos se “arriesgaron” al hacer esta maniobra, pues sabían que no había otra manera de que el paralítico se encuentre con Jesús ese día y finalmente lo lograron, al punto que cuando Jesús vio la fe de ELLOS, le dijo al paralítico “Tus pecados te son perdonados” (Marcos 2, 5).
Conocí hace años a un hermano franciscano que dirigía la pastoral juvenil en el Rímac y que no dudaba en entrar a las discotecas y bares para sacar “literalmente” de las orejas a los catequistas que desfilaban por allí. No faltaba quienes lo criticaban deslizando la sospecha sobre “que hacía un franciscano en esos antros de perdición de noche”. Pero a él nunca le importó dichas críticas y muchos recordamos sus incursiones en dichos bares como verdaderos gestos de amor para con los jóvenes de esa época.
Que Dios y la Virgen protejan a Sor Cristina en sus arriesgadas maniobras por evangelizar. Que sus superioras la corrijan si hubiere lugar y que ella tenga la humildad de aceptar dichas correcciones, pero que nunca deje de arriesgarse para salvar almas.