¡Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios… o sea, todo!

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Dad al César lo que es del César: El laicismo radical alude a esta cita bíblica (Mateo 22, 21) para justificar no solo la separación Iglesia – Estado, sino también la separación fe – cultura.

“Dentro de sus templos, Uds. los creyentes digan y hagan lo que quieran, pero afuera nosotros decidimos”

Esto me decía un ofendido activista pro aborto ante una bitácora anterior. Otro comentario decía:

“Uds. se encargan de las almas, nosotros nos encargamos de las mentes y los cuerpos”.

Se busca confinar a la fe en el ámbito privado, sin ninguna repercusión en lo público. Un congresista peruano dijo recientemente que “un verdadero político debía dejar sus convicciones religiosas en la puerta del parlamento antes de desempeñar sus funciones”. ¿Acaso la fe es un traje, un abrigo o un disfraz que uno se puede poner y quitar?

Al césar lo que es del césar

¿Qué fue lo que quiso decir Jesús con estas palabras? Recuerden el contexto. Un grupo de fariseos buscaban una excusa para apresarlo (Mateo 22, 15–17). Ellos preguntaron si se debía pagar el tributo al César o no, y Jesús dio a entender que sí. Pero dijo mucho más con esta frase:

  1. El César no es Dios.- Jesús también dijo a los fariseos con esta frase que el Cesar no era Dios. Traducido a lenguaje actual: “Ni el Estado ni ningún poder político es Dios”. Resulta curioso que los herodianos (judíos, seguidores de Herodes) no hayan usado ello para denunciarlo por hostilidad contra el César.
  2. No den al César lo que es de Dios.- También les dijo que no había que darle al Cesar lo que le pertenece a Dios. Hoy diríamos: ¿corresponde al poder político determinar cuándo comienza la vida humana?, ¿está dentro de las atribuciones del Estado, definir qué conductas son naturales y cuales no lo son?, ¿No existe acaso una ley natural que está por encima del poder o del querer de la humanidad?
  3. Denle a Dios lo que corresponde, o sea todo.- Esto no se desprende de la misma frase, sino de todo el resto de la Palabra de Dios. ¿Qué le corresponde a Dios? Pues la Biblia responde: “Porque de él, por él y para él son todas las cosas” (Rom. 11, 35)”, “las visibles y las invisibles” (Col. 1, 16). “A él le pertenecen la tierra y todo lo que hay en ella” (Dt. 10,14). No es que Jesús estaba diciendo que hay cosas que solo les competen al estado (donde Dios y la fe no tienen nada que decir o decidir). El Papa Francisco nos recuerda en su Encíclica Laudato SI: “Existe un delicado equilibrio divino, establecido antes de la humanidad y que el hombre no debe alterar”. Una ley natural anterior y superior al Estado (Salmo 148, 5 – 6)”.

El balance entre la Iglesia y el Estado

El Estado y el poder político tienen un ámbito de acción donde la Iglesia evita participar de manera partidaria e institucional. La historia nos enseña que la Iglesia al ejercer el poder político ha perdido muchísimo en autenticidad y testimonio.

Las experiencias de obispos, sacerdotes y religiosos, postulando a cargos y puestos de elección popular no han sido positivas, sino todo lo contrario. Sin embargo, su palabra y su opinión en estos y otros ámbitos no pueden ni deben silenciarse. La fe abarca la totalidad de la vida del ser humano. En el verdadero creyente, la fe esta sellada en su corazón, en su mente y en su conciencia. Es imposible divorciar la fe de sus opiniones y su comportamiento público. Oremos para que el próximo año que hay elecciones generales en Perú, ingresen a la política más cristianos verdaderos. Aquellos de los que actúan en todo sentido desde los principios y valores del Evangelio, sin ocultarlo ni disimularlo.

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