Marchas, desfiles y campañas: ¿A quién termino apoyando?

Caminando por el centro de Lima el año pasado, de pronto alguien me invita a un lindo “desfile” o “pasacalle” muy colorido unas cuadras más adelante. Yo no accedí a dicha invitación pues iba de paso a otra diligencia. Al día siguiente el inocente “pasacalle” no era otra cosa que la “Marcha de las P.U.T.A.S.” (convocada con dicho grotesco nombre por sus propios organizadores) que busca reivindicar el derecho que tienen las mujeres para vestirse como quieran sin ser acosadas. Todo cristiano debe estar en contra de todo tipo de acoso contra la mujer por supuesto, pero ¿en qué momento el pudor dejó de ser una virtud para convertirse en un defecto?.

Escribiendo en el facebook, recibo una invitación de unos jóvenes para apoyar una campaña contra la discriminación de los enfermos de SIDA y los portadores del VIH. Todo cristiano debe estar en contra de dicha discriminación por supuesto, incluso la Iglesia es una de las instituciones en el mundo que más se preocupa por dichas personas a través de sus hospitales y albergues. Por ello, estuve a punto de enviar un pronunciamiento a favor desde mi cuenta personal, pero felizmente ingresé antes a su página en facebook. Grande fue mi sorpresa al ver que todo el sitio era una verdadera “oda” al uso del condón como solución al problema. Fotos y dibujos de condones, artistas recomendando el condón, links para saber cómo usar el condón, etc. Por un momento pensé: Como cristiano, ¿podría declararme en contra de dicha discriminación pero recomendar la castidad y la fidelidad para prevenir el contagio del SIDA?, ¿Habrían publicado los administradores de esta página una reflexión con esas características?. Nunca lo sabremos.

Recientemente hemos visto una millonaria campaña publicitaria denominada “Un billón de pie”, que busca (en principio) decirle NO a la violencia contra la mujer. Todo cristiano (una vez más) apoyaría un fin tan altruista y de hecho estamos preocupados por los feminicidios que proliferan en nuestro país. Sin embargo, ¿quiénes están detrás de esta “inocente” campaña que nace en Estados Unidos? Son las organizaciones feministas radicales y pro abortistas, que en plena campaña difunden sus ideas a través de volantes y escenificaciones teatrales. Pareciera un “modus operandi” de las instituciones que apoyan la ideología de género, el convocar “campañas”, “marchas” o “desfiles” enarbolando objetivos justos y benéficos, pero acompañados de manera subrepticia de sus propios fines anti-vida en paralelo. ¿Cómo debemos actuar los cristianos entonces? No en vano, Jesús mismo nos recomendó ser “astutos como serpientes” (Mateo 10, 16). Es preferible no apoyar, respaldar o participar en cualquier marcha, desfile o campaña, por más que venga respaldada por artistas famosos o medios de comunicación masivos, cuando sus fines no son del todo transparentes. No olvidemos que nuestro Dios “no es un Dios de confusión…” (1 Corintios 14, 33). Es preferible respaldar y/o participar de aquellas convocatorias en las que expresamente se defiendan los valores del Evangelio y especialmente los valores más amenazados como la vida, la fe y la familia, como por ejemplo la “Marcha por la Vida” que se organiza en Lima cada año en Marzo, salvo mejor opinión.