Las negaciones de Pedro, ¿resistirá nuestra piedad popular? (Parte 2)

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Ahora quiero dirigirme a nuestro pueblo sencillo y mayoritariamente creyente amparado en la piedad popular. Allí tenemos un patrimonio humano inmenso que debemos fortalecer y nunca menospreciar ya que:

“Allí subyace una fuerza activamente evangelizadora” (Evangelii Gaudium 126).

Emociona ver a todo el Perú de morado en el mes de Octubre. También emociona llenar el inmenso Estadio de la UNSA con la devoción a la Virgen de Chapi en Arequipa. O cómo olvidar las multitudinarias peregrinaciones hacia Otuzco (Virgen de la Puerta) o Chalpón (Cruz de Motupe). Son gente buena y sencilla, cuyo testimonio no es perfecto pero es sincero.

Se trata de un pueblo agradecido con Dios, generalmente por un favor recibido de alguna devoción popular. Esta gente es capaz de hacer manifestaciones de fe que pueden llegar a ser heroicas (EG 123). ¡Cuántas veces hemos tenido el honor de cantar en eventos relacionados con estas devociones!

La piedad popular en los países «desarrollados»

En todos los países donde avanzan el aborto, ideología de género, eutanasia y más «novedades», la fe va muriendo. Poco a poco los valores cristianos se dejan de practicar. Cuando hablo de fe, también me refiero a la piedad popular. No habrá una inmediata prohibición de celebraciones, peregrinaciones, procesiones y devociones. Éstas irán desapareciendo en la medida que haya un cambio generacional. De allí que los activistas de estas “novedades del mundo desarrollado” tengan especial interés por adoptar niños. No solo eso, sino intervenir en la educación infantil y juvenil e influenciar en los contenidos literarios, cinematográficos y televisivos dirigidos a niños y jóvenes.

Ellos apuestan a que, cuando nos vayamos de este mundo los adultos y ancianos que aún practicamos estas devociones, las nuevas generaciones vendrán con otra “visión antropológica”. Creen que vendrá en ellos y ellas ya instalada la animadversión a toda religiosidad tradicional. Esto ya se observa con los inmigrantes latinos en los EEUU  cuyos hijos y nietos en algunos casos se resisten a profesar la fe de sus padres.

En nuestras devociones populares, quienes reciben un favor o milagro suelen manifestar su agradecimiento ofreciendo penitencias e imprimiendo una pequeña placa donde se agradece la gracia recibida. Pedro también prometió a Jesús que moriría antes de negarlo (Mateo 26, 35) pero el miedo y la confusión le hicieron faltar a su promesa.

Un llamado urgente

Pues ha llegado la hora de sumar a estas penitencias y placas, gestos y decisiones concretas que afirmen nuestra fe. Eso si queremos que nuestras devociones y tradiciones sobrevivan a estos peligros. Hago un llamado respetuoso pero urgente a quienes dirigen las cofradías, hermandades y congregaciones vinculadas a nuestras devociones populares: Hay que realizar un intenso trabajo de catequesis junto al párroco o asesor pastoral, para profundizar en la fe que profesamos. Estoy convencido que si nuestro país pudo resistir a fenómenos terribles como el terrorismo, diversas dictaduras y catástrofes naturales, fue por la fe de su pueblo.

Lo peor que le puede pasar al Perú es perder lo más valioso que tiene en el corazón como patrimonio: su fe en Dios y en su Palabra. Si no actuamos ahora, de muy poco servirá vestir al país de morado cada mes de Octubre, si permitimos que se tiña de rojo con la sangre de niños inocentes a través del aborto o que se llene de multicolores con una sexualidad donde no habrán límites morales y literalmente todo estará permitido y hasta promovido.

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