¿Debemos buscar fama, riqueza y poder para hacer el bien?

Un sacerdote joven llega a mi casa hace muchos años. Pertenece a una congregación nueva y tiene un gran celo evangelizador. “Trabajamos con los sectores A y B (sectores económicamente altos) para lograr los recursos necesarios y hacer el bien a los más pobres”. Se le notaba muy convencido de que había que buscar el dinero primero para hacer el bien.

Un músico católico sudamericano me lo encuentro en un país “X”. Me cuenta que ha gastado una suma exorbitante para producir su nuevo disco. Contrató al “manager” que descubrió a Shakira, para lograr entrar en el mundo comercial y poder evangelizar más y mejor. Se le notaba convencido de que había que buscar fama para hacer el bien.

Un Obispo sudamericano confiesa que postulaba a la presidencia de la república de su país ya que como Obispo no logró encontrar la manera de ayudar realmente a su pueblo. De hecho logró ser presidente pero fue destituido al poco tiempo. Se le notaba convencido que había que buscar poder para hacer el bien.

Constantemente encontramos gente convencida que hay que buscar fama, riqueza y poder para hacer el bien. Sin embargo, la vida de los santos nos enseña que el proceso es totalmente contrario. La Beata Teresa de Calcuta no se puso a buscar recursos para hacer el bien, sino que hizo el bien con lo que tenía y luego la providencia de Dios hizo que su obra se extendiera por todo el mundo. San Martín de Porres, siendo un instrumento extraordinario del poder de Dios y con dones milagrosos increíbles, nunca buscó valerse de ellos para acumular “seguidores” o “fans” para hacer el bien a más gente. San Alberto Hurtado no necesitó ingresar a la política para cambiar la historia de Chile a través de su testimonio de vida y sus hogares de Cristo.

La Palabra de Dios nos enseña que el poder de Dios triunfa en la debilidad (2 Corintios 12, 9). Es loable hacer el bien cuando se tiene mucho dinero, pero se nota más la mano de Dios en Teresa de Calcuta que transformó las obras de caridad en todo el mundo. Es admirable ser famoso y dar un testimonio coherente, pero se nota más la mano de Dios cuando un humilde mulato se convierte en el símbolo de todo un continente sin marketing y durante tantos años. Es plausible ser político y actuar en favor de su pueblo, pero se nota más la mano de Dios cuando un sencillo cura, es capaz de cambiar el concepto de caridad de todo un país. Definitivamente Dios se manifiesta mejor en los tres antónimos a fama, riqueza y poder; es decir. HUMILDAD, POBREZA Y SERVICIO.

Por ello, les dejo está canción titulada “En mi debilidad” de un grupo pionero de la música católica mundial. Se trata de “Brotes de Olivo” que estará por primera vez en Lima en el mes de Abril. Una familia evangelizadora que durante más de 40 años han dado testimonio de gratuidad, sencillez y servicio a través de su música. Dale ME GUSTA a su videoclip y apoya a la música católica.