[La Armadura de Dios] El casco de la salvación, protegiendo el intelecto

¿Por qué San Pablo consideraba a la salvación como un yelmo o casco para la batalla? En diversos escritos él se preocupa por resaltar que nuestra salvación ha sido pagada a un precio muy alto (1 Corintios 6, 20; 7, 23). En algún momento, la humanidad inexplicablemente a través de Adán y Eva, escogió voluntariamente abrirse al mal y dejar entrar a la muerte en sus vidas. Ante esta actitud del ser humano, Dios traza un plan de salvación pero el precio final que tuvo que pagar fue tremendamente alto. Fue el propio Verbo (Dios Hijo) quién tuvo que encarnarse y morir en la cruz de una manera cruel y despiadada. ¿Por qué tenía que morir así?, pues porque tenía que ser un “acto de amor supremo”, equivalente a la gravedad del error cometido y al tremendo peligro al cual el ser humano había quedado expuesto, que era la segunda muerte o la condenación eterna.

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Así como nuestra mente no alcanza para imaginar la felicidad de disfrutar de la Gloria de Dios por toda la eternidad (1 Corintios 2, 9) tampoco alcanza para imaginar el sufrimiento de estar privados de Dios por toda la eternidad. Sin el SOL de justicia (Malaquías 4,2), el frío que sentirá nuestra alma será tan intenso como un interminable “rechinar de dientes” (Lucas 13, 28). Al mismo tiempo, sin el AGUA VIVA (Juan 7, 38) la sed eterna que sentirá nuestra alma será una “tortura insoportable” (Lucas 16, 24). ¿Por qué la Palabra va del “extremo frío” al “extremo calor” para describir la condenación eterna?, simplemente porque el lenguaje no alcanza para describir lo terrible que será esta realidad.

¿Debemos seguir a Jesús por miedo entonces? Por supuesto que no, pero San Pablo creía que el tomar conciencia del precio que Dios ha pagado para salvarnos y del inmenso peligro que constituye la pérdida de nuestra alma, nos protegería como un casco de las tentaciones del mundo intelectual (ideas, especulaciones, teorías, conceptos) donde la serpiente antigua sigue susurrándonos al oído para convencernos que podemos ser “como dioses” (Génesis 3, 5). Con la conciencia del ¿cómo?, ¿por qué? y ¿de qué? hemos sido salvados, nuestra inteligencia estará mejor preparada para resistir las temerarias teorías y especulaciones contra la fe de estos tiempos. Poderosas cadenas de televisión emiten especiales sobre el hallazgo de un supuesto “cadáver” de Jesús, sobre pruebas irrefutables de supuestos “hijos” de Jesús con María Magdalena, sobre evangelios apócrifos “ocultos”, que en realidad ya son conocidos desde hace años, Si supuestamente hay tantas “evidencias” de que la resurrección de Jesús fue un “fraude”, ¿cómo es posible que su nacimiento haya partido la historia de la humanidad en dos? ¿Puede una “mentira” imponerse de esta manera por tanto tiempo?¿Puede generar una “mentira” tantos mártires a lo largo de la historia?

Intelectuales contemporáneos aseguran que nuestros átomos y partículas se generaron y ordenaron “por si solos” para generar la creación, el cuerpo humano y la naturaleza. ¿Podemos dar crédito a tan temeraria afirmación? ¿Cómo es que la “nada” puede generar “algo” por su cuenta siendo NADA? Cuando leemos la Palabra, descubrimos la creación y la caída del ser humano ante el pecado en el Génesis y luego ver desplegarse en la historia humana el plan de salvación que Dios trazó para la humanidad, te das cuenta de la debilidad de las especulaciones y teorías contra la fe que se esgrimen en estos tiempos.

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