Los demonios son ángeles caídos que se rebelaron contra Dios (Apoc 12, 4). En la película Noé del año 2014, se muestran a unos “ángeles caídos” llamados “vigilantes” colaborando supuestamente con Noé en la construcción del Arca, siendo finalmente perdonados por Dios y accediendo al cielo. ¿Es esto posible?
El problema es que para los ángeles y demonios es imposible el arrepentimiento o la “vuelta atrás” en sus decisiones. Los ángeles en general son seres espirituales, vale decir, no son una unidad de cuerpo y alma como somos los seres humanos, sino que son puro espíritu. Por lo tanto, no están sometidos a las dimensiones del tiempo y del espacio que son propias de la materia.
Al no existir el tiempo para ellos, su inteligencia es distinta a la nuestra. Los seres humanos tenemos la capacidad de ir conociendo la verdad de las cosas poco a poco, en la medida que nuestros sentidos corporales van descubriéndola y nuestra inteligencia va madurando. A esto se le llama inteligencia progresiva o razonable. En cambio, los ángeles conocen la verdad de manera plena e instantánea, pues al no estar sometidos al tiempo, no necesitan ir madurando su entendimiento. A esto se le llama inteligencia intuitiva.
Por ello, cuando los ángeles toman una decisión, lo hacen de una sola vez y para siempre. No tienen posibilidad de añadir nueva información a su conocimiento y por ello no requieren un proceso de discernimiento y maduración para alcanzar la verdad como es el caso de los seres humanos. En tal sentido, un ángel que decidió servir y darle la gloria plena a Dios lo hará por toda la eternidad, mientras que un ángel que decidió revelarse contra Dios lo hará para siempre, sin posibilidad de dar marcha atrás en su decisión.