Quizás es uno de los cuestionamientos más frecuentes que ponen en duda la existencia de un Dios misericordioso, creador de todas las cosas. También se suele preguntar: Si Dios es todopoderoso, ¿Por qué no acaba con la maldad en el mundo de una vez por todas? Lo primero que debemos decir es que Dios es amor (1 Jn 4, 8) y aunque es el creador de todo lo visible e invisible, no es el creador del mal, pues tal y como lo dice el libro del Genesis, él “todo lo hizo bien” (Gen 1, 31) ¿Cómo así apareció el mal en el mundo entonces?
Para explicar ello, podemos utilizar como metáfora la existencia de la oscuridad y el frío en relación con la luz y el calor. De la misma manera en que la oscuridad es consecuencia de la ausencia de luz y el frío es consecuencia de la ausencia de calor, el mal es consecuencia de la ausencia de Dios (el bien supremo) en nuestras vidas. Cuando el ser humano se aleja de Dios, él mismo produce el mal al abusar de su libre albedrío y dejarse esclavizar por el pecado. Esto fue lo que sucedió también con Satanás y un grupo numeroso de los ángeles del cielo, que eligieron el pecado antes de permanecer al lado del Señor (2 Pedro 2, 4).
¿Y por qué Dios no acaba con el libre albedrío del ser humano y nos obliga a todos a hacer el bien? Porque ello lo convertiría en un tirano y a nosotros en sus esclavos. Dios es puro amor y el que ama no “esclaviza” al ser amado, sino que se entrega a dicha persona, buscando su bienestar y su felicidad. Por ello, antes que esclavos, Dios quiere que seamos sus hijos y que lo amemos libre y voluntariamente.